miércoles, 13 de octubre de 2010

LA MUJER OSMÓTICA.

Aléjate de la mujer osmótica, aléjate o te sorberá tu ser.
 
La mujer osmótica ha aprendido a serlo. De pequeña comía mortadela, salchichón y chorizo al lado de los niños del jamón york con mantequilla y pan bimbo o mediasnoches. Y veía que aquellas meriendas daban un lustre especial al pelo, al habla y a la dicción. ¿Cómo harían aquellos niños que en la pastelería sabían el nombre de cada dulce? Ansiaba decir algún día en el colmo de la sofisticación: Juan, póngame dos suizos y un pionono. En vez de eso etetiaba los pasteles.
 
En la academia de inglés adquirió su poder. De observar a aquellos cachorros de abogados, jueces, médicos y arquitectos dedujo que lo que sabían lo adquirían en su casa por cercanía a sus padres. Y a fuerza de voluntad y de proximidad empezó a osmotizar.
 
Al principio se contentaba con osmotizar conocimientos, ademanes y vestiduras; luego fueron las formas, el color de los ojos, los gustos y más tarde los bailes, los deseos y los sueños. Es curioso verla junto a su marido, un muñeco andante que adquiere la vida cuando ella se aleja, y al que ella reclama para obtener materia fresca de la que nutrirse.
 
Aléjate. O vuélvete insignificante, estarás a salvo si no tienes nada.

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