martes, 28 de agosto de 2012

EINSTEIN EN ESPAÑA.

En relación a la visita que Einstein realizó a España en 1923 se ha escrito mucho. Casi todo lo que se ha escrito nos remite a un público entregado al discurso de un genio del que no sabían nada y del que no entendieron nada. En disculpa de esto se debe puntualizar que el físico alemán pronunció las conferencias en su idioma natal y usó el lenguaje matemático para argumentar sus descubrimientos. No cuesta nada imaginarse lo que el mensaje caló en la audiencia española, tan dada a la práctica de idiomas tan cercanos como el germano y tan puesta en matemática superior, espacios no cartesianos y derivadas de Lagrange.

Los periódicos de aquellos días muestran "el cálido acogimiento de las Autoridades y personalidades insignes al excelentísimo profesor". Lo que tan rebuscadas fórmulas quieren decir es que los caciques y los señoritos de la época con afán de hacerse una foto con él, lo llevaron a lo que conocían, cafés y casinos en los que los más suculentos manjares se componían de tacos de jamón, algún queso sudoroso y un templado vino blanco que se servía en vasos cortos y estrechos. Huelga decir la añoranza de los cafés con hielo, las tartas Sacher, los apfel-strüdel del matrimonio Einstein. El marido por la saturación de las mil veces repetidas exquisiteces de que fue objeto; la mujer por su aislamiento de la vida pública y el hambre que pasó, que ni eso le dieron.

Entre los asistentes a todas las conferencias se encontraba el profesor de Ciencias D. León Marín Rubalcaba. Se había enterado de que Einstein llegaría a Barcelona en Febrero y solicitó del Gobernador de Córdoba permiso y apoyo para conocer al genio y transmitir a la sociedad cordobesa sus descubrimientos. Quiso la fortuna que cayera en gracia el profesor, y que le fuera concedida una beca, un salvoconducto y una recomendación para formar parte del séquito del alemán. Con dos condiciones. La primera, debería registrar una de las conferencias en un moderno aparato recien adquirido, un gramófono alemán de doble cara. Y la segunda, hacer que Einstein concediera una entrevista a su sobrino, el estudiante de periodismo Crispín González. Con esto su tío pretendía llevarlo a la redacción del ABC y encumbrarlo a la cúspide del periodismo nacional. 

El diario del señor Marín describe a este periodista como un "perfecto botarate y petimetre que ni ha acabado sus estudios ni los acabará. Está más preocupado de sus afeites, peinados con brillantina y chalecos de fantasía que de la importancia de su misión. Y no es difícil de comprender porque, en su apenas metro y medio de estatura, no podría albergar más que los aguardientes, cocidos y latinajos cogidos de libros de otros que devora."

Fue hace muy poco cuando al remodelarse la biblioteca del Instituto Séneca se redescubrieron los diarios del profesor, quien alumbró y enseñó la luz del conocimiento a varias generaciones de cordobeses en esta institución. Así se sabe que durante toda la estancia española del científico, León pudo asesorar a éste en su trato con gentes de muy poca educación y mucho protocolo, y recibir el cariño y el afecto del alemán quien quiso, años más tarde, llevárselo a América como secretario y asistente personal. Si León no viajó nunca a los Estados Unidos fue, como él bromeaba, por la gracia de Gracia, su esposa.(*) Entre sus pertenencias se encontraron ejemplares de revistas científicas de principios de siglo, boletines de las Academias extranjeras que lo trataron como a uno de los suyos y una caja con varios discos entre los que se encontraban todas las conferencias españolas y la entrevista de Crispín. Se conjetura con que ocultó todo esto porque Crispín, a golpe de sablazos, soliviantó a muchos, fue investigado y descubierta la relación, que no tenía nada de familiar, con D. Luis Sopas, el Gobernador. El "Sopas", como pasó a ser llamado, declaró que sí, que lo de llamarlo sobrino, sí era familiar, como era tan pequeño y tan rellenito... Todo un escándalo.

No se sabe por qué el profesor Marín olvidó el paquete o no reveló a nadie su existencia, quizás fuera miedo a que este tesoro, que había estado mezclado en un asunto sucio, estuviera contaminado de esa suciedad, o que entendiera que la España que él vivió no estuviera preparada para Einstein.

Se conjeturó que al célebre Premio Nobel Rafael Arresye, al que León recomendó ir a Princetown, le fue desvelada su existencia y entregadas unas notas manuscritas de Einstein en las que se esbozaban la Teoría de Cuerdas y la aplicación de la Física Cuántica en la dinámica del centro de un agujero negro que él más tarde desarrollaría. És solo una suposición.

D. León Marín Rubalcaba se jubiló apenas cumplidos sesenta años. En realidad, fue invitado a jubilarse por apoyar los movimientos estudiantiles de los años 50 y decir en voz alta que un régimen que proclamaba "Muera la Inteligencia" tenía que ser tonto de solemnidad.

(*) El chiste de esto estaba en que parafraseaba por la Gracia de Dios, siendo su frase de una gracia al cuadrado. Chiste de científico agnóstico.
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DEL DIARIO DE D. LEÓN MARÍN.

TRANSCRIPCIÓN DE LA ENTREVISTA REALIZADA EL 27 DE FEBRERO DE 1923 A DON ALBERTO EINSTEIN KOCH POR EL PERIODISTA CRISPÍN GONZÁLEZ MIRASOL.

(La entrevista tiene lugar en la Suite del Hotel Real. Una sala grande en la que el señor Einstein ha concedido un tiempo al insigne colaborador del Diario Córdoba Crispín González, quien ha acudido vestido como un sportman inglés, en un inmaculado atuendo blanco del más fino paño galés que realza una piel requemada al sol de la holgazanería. Este se sienta de forma procaz, entorna la mirada e inicia, de forma inquisitorial, la conversación).

CRISPÍN: Errrr... Bon yur. Auf firenzen. Helou. Ij libi dij. Mister Instein. Guat...

EINSTEIN: Joven, no se moleste. A pesar de mi acento, entiendo y hablo español.

CRISPÍN: Entonces, ¿por qué sus conferencias son en alemán?

EINSTEIN: Mire usted, jovenzuelo. Cuando supe que iba a venir a España me planteé preparar mis charlas en su idioma. Pero no quise por dos razones, la primera es que quizás su idioma no está preparado para explicar ciertas cosas, y sí para otras. El alemán es una lengua más cercana al lenguaje matemático que la suya. Y yo necesito las matemáticas. La segunda razón, es la misma, con alguna variante, pero la misma. Es una vieja costumbre mía, tener las cosas por duplicado.

CRISPÍN: Pero usted aprendió español. ¿Lo hizo porque la consideró una lengua imperial?

EINSTEIN: Déjese usted de imperios que en mi tierra también sabemos de eso. Aprendí español porque otros alemanes quisieron leer El Quijote en su lengua original. Y ese ejemplo me gustó. Y la lengua, una lengua de hombres para hablar con hombres, para el arte y la literatura.

CRISPÍN: Entonces, ¿usted prefiere hablar en alemán desde su púlpito sin tener los pies en el suelo y que no lo entiendan? Considera borregos a los demás.

EINSTEIN: Tal y como lo plantea me convierte usted en una persona distante. Está usted equivocado. Y parece que un poco desinhibido. ¿Ha bebido?

CRISPÍN: Señor Einstein quiere usted ofenderme y no ofende quien quiere sino quien puede. Y le digo una cosa, como dijo Ulpiano, a menudo quien injuria...

EINSTEIN: Deje usted a Ulpiano en paz. Estoy seguro que ni lo conoce y que no sabe que durante siglos estuvo prohibido citarlo, de veces que habían abusado de él los malos estudiantes de leyes. Déjelo en paz.

EINSTEIN: Y mire, en atención a su país, respondo su pregunta anterior. No. No hablo desde un púlpito que me encumbre a mí, hablo desde un púlpito que encumbra la verdad de la ciencia. Y es asombroso, la gente, que no entiende nada de lo que digo, me mira con veneración, porque comprenden que asistimos a una nueva era, en la que el hombre se enfrenta al reto de entender el Universo con otras leyes. Leyes que no son las nuestras, de momento

CRISPÍN: ¿Qué es tan importante?

EINSTEIN: He tenido la suerte de descubrir algo que ha revolucionado el conocimiento. He descubierto un límite en el Universo, el que impone el viaje de la luz. Y que la energía y la materia son la misma cosa. Y también que lo son el tiempo y el espacio.

CRISPÍN: Es decir, que todo es relativo.

EINSTEIN: ¡Qué va, hombre!¡Qué va!. Los nombres de las teorías que expongo son las de la Relatividad General y la Relatividad Especial. No significan lo que usted dice. Casi mejor que hubiera usted entendido algo y hablado de viajes en el tiempo, curvatura del espacio tiempo, dimensiones paralelas y cosas así. Habría disculpado a un fantasioso, no a un necio.

CRISPÍN: Pero usted ha dicho que todo es relativo.

EINSTEIN: Pues no lo recuerdo. Es posible, y probable, que lo haya dicho alguna vez. Pero como he dicho miles de veces, dame pan, pásame la sal, siéntate aquí, o qué calor. Espero que mi fama no sea por ninguna de estas frases, por lo demás, nada originales. Es como si yo dijera que el orden del Universo no es producto del azar sino de leyes mecánicas y energéticas, y para poner un ejemplo se me ocurriera comentar "Dios no juega a los dados". No creo que nadie entendiese que Einstein dice que Dios ordena el Universo.

CRISPÍN: Ve usted algún paralelismo entre la situación de su país, Alemania, y la época de la República del asesinato de César por Bruto. Y de como Marco Antonio, Octavio y Lépido tomaron el poder como cuenta Shakespeare.

EINSTEIN: Lo primero es decirle que Shakespeare no era historiador y manipula la historia en aras del dramatismo de la escena. Lo segundo que no me interesa la política. Y lo tercero que me extraña que haya usted leído Julio César y lo compare con la situación dramática de mi país.

CRISPÍN: En realidad esta pregunta es de un amigo mío de Cartagena que ayer se fue a cubrir los acontecimientos de Sudáfrica.

EINSTEIN: Me lo temía.

CRISPÍN: ¿Cree usted, tras su visita a Palestina, que los judíos planean conquistar el mundo y que han provocado la Gran Guerra y la Revolución en la Santa Rusia junto a los bolcheviques como el inicio de su plan?

EINSTEIN: Joven, debería usted dejar de leer libelos como ese de los Sabios de Sión que de forma velada menciona. Y aprender algo de lenguas, porque mi apellido delata mi origen judío.

CRISPÍN: Entonces, para usted, ¿los judíos no son la enfermedad del mundo?

EINSTEIN: No.

CRISPÍN: Será porque usted es judío.

EINSTEIN: Será.

CRISPÍN: Lo siento, profesor, creo que usted es decepcionante, que da algo, cómo decirlo, de grima. Esperaba encontrar a un fornido teutón rubio y me encuentro con usted, un judío desaliñado que se inventó una teoría idiota mientras se aburría en la oficina de patentes. ¡Qué decepción!

EINSTEIN: Todo depende del cristal con..... Perdone. No. Todo es relativo.

(En aquel momento Don Alberto se levantó y cerró el biombo que lo separaba del periodista, al que despidió no sin que este le pidiera prestados veinte duros para el alojamiento. Se volvió a mí e hizo gesto para que dejara de grabar. Me pidió explicaciones sobre la entrevista y el entrevistador, y como fui franco y contesté la verdad sobre el Gobernador y las condiciones y prometí librarlo de una tarde de zarzuela o sainete, me tomó en estima hasta el fin de sus días y me consultó varios temas que yo había estudiado sobre radioactividad.)

Córdoba, siete de octubre de 1.956









2 comentarios:

séneca dijo...

Conocí al eminente profesor Dr. León Marín Rubalcaba (q.e.p.d.) y debo hacerle a usted, docto bloguero, algunas puntualizacones.
1.- Creo que la alta temperatura alcanzada este verano ha modificado el normal transcurso de sus valores entrópicos-neuronales. No se preocupe. Se remedia con Manzanilla de Sanlúcar
2.- El magnetofón que se utilizó de dos bandas no era alemán. Se construyó en "Electrocabrónica Carmona" sita en el Tablero (Córdoba)
3.- Me comentó el Dr. Marín Rubalcaba que a A. Einstein le enojaba le llamaran "Profesor" ya que jamás dió una clase. Solo daba conferencias y pensaba. No se cambiaba de calcetines, ni de pantalones ni de calzoncillos hasta que la tersura del tejido le daba la sensación de ser una armadura medieval.
4.- El recomendado del Dr. Marín a A. Einstein, y que trabajó con él en Princeton, es en realidad el docto Prof. D. Raphaël Arresye, Premio Nobel por su descubrimiento del "Salmorejo electrostático como lubricante en las taladradoras de los Bujeros Negros" (sic). Corrija en próximas ediciones.
5.- Del sobrino ya hablaremos en otro momento, que me llama Alfredo, mi primo del alma" por el móvil para cosas de un ERE
Atentamente

Anónimo dijo...

Leo obnubilado su narración. OHHHHHHHHHH
Guonderfull. Me siento arrebatado por las letras que se digna poner D. León Marín Rubalcaba bajo el seudónimo de Séneca. Debe ser para ocultar que a él tampoco le salían resultados correctos del coeficiente estático de rozamiento; cálculos en los que también erraba el Dr. A. Einstein y el Dr. Souppe