martes, 27 de octubre de 2015

NUESTRAS ATADURAS.

Vuelven a ser invisibles las líneas que nos unen como lo fueron las fuerzas que un día nos atrajeron. Miro tu mano, tu pequeña mano, que no ha podido retenerme. Me invade el terror a la caída, el miedo al adiós me paraliza. Y son finos, cada vez de mayor longitud, cada vez más delgados, los hilos entre tú y yo. Acaricio el guante que se te ha escurrido, sintiendo que es lo último que tendré tuyo. Te miro al borde del abismo por el que caigo y te pido que des la vuelta. Quiero desaparecer solo, sin que me mires, para no volver, en el fondo de este barranco.

No hay comentarios: