martes, 28 de diciembre de 2010

CIERRE TEMPORAL.

Cien es un buen número para parar, entre las entradas que hay publicadas y los borradores supero este número. No es que quiera un cierre definitivo ni que quiera eliminar este blog, pero voy a parar. La razón principal es que quiero centrarme en otro esfuerzo, también de escritura.

Tengo el propósito de acabar en breve el inconcluso y perdido cuento de la Isla de Lobos, un pequeño artículo sobre mi afición a correr, varios borradores de entradas de los blog a medio hacer, e iniciar un libro. En el prólogo de una lectura reciente el escritor contaba que en sus relatos y en sus artículos necesita tiempos y planificaciones diferentes a los que necesita para redactar una novela. Este escritor es para mí una inspiración y un modelo en la escritura, por lo tanto le haré caso.

Hay una razón de peso más, soy un aprendiz en busca de tema para dar el salto. Podría decir que mi libro tratará de la “rebeldía justificada”, pero es incierto. No puedo aventurar ni tan siquiera que vaya a existir el libro, es imposible determinar de qué irá. Y tampoco puedo vaticinar si se escribirá y si se editará. Démosle un año a esta aventura. Pero si diversifico esfuerzos es seguro que las entradas del blog irán consumiendo las ideas sobre las que pudiera versar una novela, si así nace, o un libro de memorias o cualquier otra cosa.

Gracias a todos los que habéis participado en este blog con la lectura, gracias a los que habéis hecho comentarios. Quiero, sin embargo, abusar de vosotros y pediros un favor más, haced algún comentario sobre el blog, sobre la entrada que más os gusta o sobre la que más os disgusta, e identificaros. Es una forma de saber si mi camino va también hacia vosotros o solo hacia mí.

No sé si cumpliré a rajatabla con el propósito de pausar estas entradas (sé que retocaré y modificaré alguna y aparecerán publicados los borradores que ya inicié) pero lo intentaré. Y espero que sea señal de que avanzo en otros sentidos

3 comentarios:

PROFE CARLOS dijo...

te animo en ese nuevo e ilusionante propósito... yo también espero ansioso que termines e cuento de la isla de los lobos...
y ojalá podamos seguir leyéndote aunque sea de forma más espaciada en el tiempo.
muchas gracias por tus palabras.. no has estado solo ni lo estarás.
un abrazo.
carlos.

Anónimo dijo...

(Traslado este comentario desde la anterior entrada de noviembre.)

¡Qué bien! No te imaginas cómo me alegra que te hayas animado a escribir una novela. O al menos que lo vayas a intentar. En fin, siempre puedes cambiar de opinión o no seguir a rajatabla tu propósito de no continuar el blog, pero me alegra saber que te estás planteando escribir un libro. No sabría decirte qué entrada me ha gustado más. Tendría que dedicarle tiempo y ahora mismo no dispongo de tanto, pero intentaré más adelante decantarme por una y darte mis motivos. Besitos.

Anónimo dijo...

Si quisiera señalar uno, no porque me gustara más que otros, sino porque ha sido el primero que se ha venido “a las mientes” (que dirían los antiguos), es el de Carmen tropezando con las alas de algún ángel despistado… ¿Por qué este? Quizás por lo que una vez te dije de “el quiebro de la ternura”.

Bueno, cien entradas son cien peldaños que te suben a una torre alta…, o cien tramos de un camino que te llevan ¿adónde sino a ti mismo? con el poeta Juan Ramón: “no corras, ve despacio, / que adónde tienes que llegar / es a ti solo”… Y ese tú solo al que te llevan los cien peldaños, o los cien tramos del camino es el tú de escritor probado, y aprobado cum laude. El libro ya lo tienes consumado en 100 capítulos de literatura fragmentada y mestiza (hay ciencia, relato, poesía, ensayo…) que hoy es tan prototípico en nuestra histórica etapa plural y relativa.
He estado recordando que un matemático británico, fallecido el pasado siglo, Godfrey Harold Ardí, escribió un librito titulado A mathematician`s apology, del que dijo Graham Green que era la mejor descripción de lo que es un artista creador. Pero lo más original de su pensamiento es que anteponía la creatividad científica a la literaria. Ya le había precedido Voltaire, quien afirmó que “hay mucho más imaginación en la cabeza de Arquímedes que en la de Homero”.
Esto lo contradijo Freud quien sostuvo, con una cierta humildad, que los escritores “se abrevan en manantiales que todavía no hemos encontrado para las ciencias”. Creo que se refiere a aquello de que de pronto ilumina la vida, y la llena de emoción y de conciencia. Es esto a lo que los ingleses llaman Serendipity: saber encontrar en las cosas una fuente de vida.
Y me pregunto: ¿Quién es entonces el más genuino creador: el poeta o el científico, quién llega más al fondo de esos manantiales de inspiración, y de verdad intuida y concretada en palabras o formas, de los que nos habla Freud?
Bueno, en este caso especial, la aporía la tenemos resuelta contigo, amigo José Ángel, que eres a la vez científico y literato, y que realizas viajes sentimentales por los mares sin esquinas de la niñez y de la vida…

Leí en una de las cartas de de Van Gogh a su hermano Teo, que “buscaba un nuevo cuerpo para su alma”… Pues resulta que tú lo tienes ya, y bien hermanado. Lo has ido construyendo, paso a paso, en tu camino, piedra a piedra en tu alta torre, desde las aspiraciones de tu alma mestiza de científico-poeta o poeta-científico, que nos ofrece, una multiplicidad de perspectivas –y de mares- para andar, desandar y saborear la vida.

Y termino con un pensamiento del filósofo Campbell, de un libro maravilloso que he estado leyendo estos días: “Los poetas son los que han hecho profesión y estilo de vida de estar en contacto con su bienaventuranza”…
Tú eres de esa casta bienaventurada, uno de cuyos “galgos” (“de casta le viene al galgo”), cada día me va beneficiando más con su generosidad, entrega, lealtad, inteligencia y ternura… ¡ Y a mí, ingrato, se me pasó felicitarla el día de su San José...¡ (Bueno, he estado resintiéndome a identificarme, pero estoy seguro de que ya tienes suficientes datos para saber quién soy…)
Te felicito también a ti. Sé que vas mejor de tu menisco. Saludo con afecto a Inma y a las niñas, que tienen alas blandas. Y te despido por hoy, con “envidia blanca” (me lo enseñó Gerald Brennan).