jueves, 23 de octubre de 2014

CONCURSOS Y TRAICIÓN

Hoy he publicado tres entradas en este blog; las tres tienen en común ser hijas de una traición. Y, sin ser grave para la humanidad, ni para mi vida, sí es reprochable haberla cometido contra mí mismo.

Las tres entradas surgen como participaciones en concursos de microrrelatos, uno sobre Julio Verne y otro de la cadena SER que debía comenzar con la frase con la que se inicia. Y la felonía no es sino la del propio hecho de presentarme a un concurso. 

Se habrá adivinado ya que no he ganado. Desde un punto de vista moral no ganar implica casi una redención, pues en el pecado de participar y no llegar a nada, va la penitencia. Pero mi mayor problema no está ahí, sino en mi inexistente propósito de enmienda. No es que piense en volver a participar, no. Es que pienso, de una forma objetiva, que los relatos ganadores del concurso de Verne no lo merecían, primero por incumplir muchas de las bases del concurso, luego, por ser de mala calidad. De muy mala calidad.

Piensen que tengo mal perder; piensen que mis relatos puede que no sean relatos. Pero, en cualquier caso, no piensen que creo que los míos son mejores. Claro que tengo la tentación de pensar que no entiendo la decisión del jurado, claro que tengo la tentación contraria, decir que los míos eran tan malos que no podían ganar ni a estos.

Y esa es la traición, dejar el camino que se sigue por optar a gustar a quien no se dirige esta escritura. Dejar de creer en una forma de hacer las cosas o de expresarlas.

Para quien quiera comparar:


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