martes, 4 de noviembre de 2014

EL BELLO DURMIENTE

El muñeco fue el primero en cerrar los ojos. LLevaba cinco años de servicio en los que le habían hecho de todo. Maniobras de Heimlich, suturas, masajes cardiacos…pero este curso estaba siendo especial. Aquella enfermera del pelo rizado, sí, aquella morena delgada, lo había cautivado. La torpeza de ella al practicarle el boca a boca había dado pie a que cada día la eligieran para que practicara. ¡A ver si era posible que le cogiera el truco! Él quería pensar en que su torpeza era a propósito. Porque, sí, él era el primero en cerrarlos, pero una vez, lo jura, los abrió y ella aun los mantenía cerrados.

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