jueves, 20 de noviembre de 2014

EL FILÓSOFO.

Empezó a pensar en un nuevo teorema para alcanzar de forma absoluta la verdad. Siguió su sempiterna liturgia, repasar de memoria la lógica de proposiciones, establecer los axiomas primarios e inferir. Era lo más costoso, encontrar una conexión lógica e inapelable entre sus tesis y la hipótesis final. En su caso, quería demostrar la identidad entre amor y verdad.
Buscó inspiración, a lo Serrat, mirando por la ventana y vio a su novia. Vio cómo le daba la mano a otro, cómo se abrazaba a él y lo besaba. Y entonces, por fin, lo tuvo, aunque solo fuera una conjetura, pues el amor no alcanza a todos. La verdad es solo una mentira encubierta.

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