jueves, 27 de noviembre de 2014

GESTOS

Pero ya nada sería igual. Pensó en todos los momentos cruciales de su vida y advirtió que la mayoría de ellos habían sucedido en un hospital. También este. Observó la sangre, las pinzas, las gasas sucias… De golpe, sintió todo el cansancio de la espera y se rearmó para no caer de cara contra el suelo.
Ahora ya no recuerda mucho, fue una vida atrás. Quiere recordar aquel momento en que su hija abrió los ojos por primera vez en un paritorio, y sueña con que sonreía. Eso es seguro, lo certifica. Ella sonreía. Quizás él debería aprender, y, en este momento, bajo el foco del quirófano, cuando le inyecten la anestesia, cerrar los ojos y sonreir por última vez.

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